Oh, pero que contenta se sentía
bajo la tiranía de aquel beso,
encadenada a aquella cama,
engañada por un sueño.
Que felicidad,
junto a su principito
de birrete y librea a juego,
decorados con mentiras,
teñidos de azul cielo.
Y que tierno era el amor
de aquella princesita
retenida por el tiempo,
cuatro era el total,
siempre, era el deseo.
Y que preciosa su sonrisa
y el olor de su cabello,
la hermosura de sus labios,
la simpleza de sus sueños.

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