miércoles, 20 de junio de 2012

La fiebre del rey.



Las ventanas de aquel cuarto se abrieron de golpe dejando paso al sonido de unos dedos chasqueados que parecían proceder del jardín, marcando un ritmo peligroso. De nuevo se había dejado intoxicar por aquella música del diablo. La ponzoña de tres palabras y un cumplido disfrazados de veneno como antídoto de otro que podía resultar ser la verdad, y luego la melodía en los oídos, un guiño en la guitarra, una jarra de optimismo y tras aclararse la garganta, comenzó a cantar.

“fever in the mornig, fever all through the night”

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