martes, 26 de abril de 2011

De 7 en 7.


Oh, pero que contenta se sentía
bajo la tiranía de aquel  beso,
encadenada a aquella cama,
engañada por un sueño.

Que felicidad,
junto a su principito
de birrete y librea a juego,
decorados con mentiras,
teñidos de azul cielo.
Y que tierno era el amor
de aquella princesita
retenida por el tiempo,
cuatro era el total,
siempre, era el deseo.

 Y que preciosa su sonrisa
y el olor de su cabello,
la hermosura de sus labios,
la simpleza de sus sueños.

miércoles, 20 de abril de 2011

El rastro de un amor.


Ya podía llover, tronar o cantar, pero él siempre estaba al acecho, esperando tras la ventana la hora señalada. Aunque habían pasado ya algunos años y otros tantos motivos, su estupidez, la encargada de todo fracaso, aún le susurraba a tientas la falsa esperanza de que algún día ella se giraría para mirarle a los ojos y sonreírle una vez más, como lo hacían antes, sin esa mirada, reina de la astucia, que pasea guareciéndose del sol bajo la sombra de rencor que nubla la distancia. En ocasiones intuía que ella le miraba de reojo, y esta idea, dilatada por el calor de la mentira que anidaba su cuerpo, le ilusionaba de la manera más despreciable, de hecho, cuando desaparecía sin dejar rastro, su única pisada eran los llantos de aquel tipo que aullaba a la soledad.

Podía haber querido y no lo hizo, y cuando quiso no le dejaron.

viernes, 15 de abril de 2011

Con pajarita y smoking


Él siempre supo ser fino cuando la ocasión lo requería, de hecho, cuando rellenó aquella copa de Versace con agua del retrete, lo hizo levantando el dedo índice dejando clara su amariconada refinería de la que tanto alardeaba. Incluso, ante el repulsivo hedor de la vergüenza, engulló todo aquello perturbando mínimamente su rostro, no sin antes brindar por él y por ellas, fieles acompañantes de su soledad, en ocasiones sinceras y otras veces melódicas… pero siempre mentiras.

A su salud!!

martes, 12 de abril de 2011

¡Corre!


Como cada mañana, con su taza en una mano y sus sueños en la otra, se presentó de tú a tú al nuevo día mostrándole los desperfectos de toda una noche de delirios y de una vida de estupideces. Entonces lo vio, desde aquel balcón con vistas a la calle, lo vio perfectamente, oculto tras la espesura de aquellos árboles del pasado, con la oscuridad con la que solía presentarse y siempre al acecho, como un psicópata decidido y ritual. Se asustó lo mínimo y supo mantener la compostura, Al igual que aquel tipo que ya sabe su final y que nada puede hacer por remediarlo, sereno y tranquilo. Pero aún se guardaba un as en la manga, de jurarlo, podría decir que ocultaba la baraja entera. Se ató las zapatillas una vez más, quizá, si su plan resultaba, aquella tampoco sería la última ocasión en la que gastar suela; cogió su mochila, y entonces, tras deslizarse por la escalera de incendios, comenzó a correr, esta vez le sobraban motivos.

Con el tiempo me enteré de que no había alcanzado sus propósitos, lo encontraron agonizante sobre alguna alcantarilla, acribillado tal vez por las balas del destino.

Melódicas mentiras.



















Sus lágrimas perdidas
en el pozo del recuerdo,
sus rodillas desgastadas
de tanto pedir perdón,
su colección de mentiras
colgándole del cuello,
sus polillas carcomiendo
su razón.

Sus gritos ahogados
en el vaso de la soledad,
su pasión redimida
de tanto decir que no,
su juego de los ahorcados
con la soga del pesar,
sus verdades escondidas,
su silencio sepulcral.

Sus viñetas de amor
en la comedia de su vida,
su pecho ensangrentado
por la herida del puñal,
sus versos de dolor
son sus melódicas mentiras,
sus verdades se han perdido
silbando en la oscuridad.

viernes, 8 de abril de 2011

¡Locos de remate!


Aquel tipo estaba loco, y aunque no se supiera con certeza, era con certeza como lo aseguraban los demás, y eso, desde que el mundo era una auténtica mierda, era lo único que bastaba para irritarle, insultarle y criticar cualquiera de sus “alocadas” conversaciones, que en más de alguna ocasión eran “cuantísimo” más productivas que cualquiera de las que todos aquellos agricultores de la estupidez pudiesen cultivar en su abundante parcela de la ignorancia. Y por ello se le convertía en un paria de una sociedad infanticida, maestra del cinismo, en un hereje ante el dogmatismo fanático que pululaba por aquellos universos paralelos que debían ser las mentes, rebosantes de prejuicios, de todos aquellos imbéciles sin perdón; en un culpable sin culpa.

Aquel tipo estaba loco, tanto que a todo el mundo le dio por imitarle.

martes, 5 de abril de 2011

A duras penas.

Bajo la gélida mirada de aquellos barrotes aún le quedaba tiempo para mermar su espíritu con pequeñas estupideces vestidas de mujer, que eran, en menor medida, simples lápices de colores con los que pasar el tiempo emborronando la gama de grises que teñían el muro de su prisión. Por el día parecía olvidar todo aquello que lo desmotivaba, dejándose acariciar por los fugaces rayos de luz que se paseaban a duras penas por la estancia, y de la mano de estos, guarecido entre su compañía, esperaba y esperaba. Esperaba hasta la noche, donde la mirada de aquellos ojos, acechando tras las estrellas, le obligaban a quemar lo que el día había sembrado, a romper lo que otras habían escrito y a querer lo que nunca había querido.

Convirtiendo la soledad de cada noche en su pan de cada día.

viernes, 1 de abril de 2011

Cantando y cantando


Contaba y contaba
La lunática del amor
Contaba y cantaba
Sedienta de dolor.

Contaba en primavera
Acercándose el calor,
Contaba y cantaba
Triste y sin razón.

Por la cuerda de su locura
Desfilaba sin pudor,
Con pasión y sin cordura,
La lunática del amor.