Que estúpido podía llegar a resultar aquel tipo sin proponérselo con antelación. ¡Madre mía!, la primera vez que oí hablar de él me atraganté con mi propia carcajada, una de esas que no te permiten respirar, en la segunda aún estaba llorando de risa por la primera, y a la tercera me di cuenta que hablaban de mí.
martes, 18 de octubre de 2011
viernes, 14 de octubre de 2011
"Fontan" e Isolda
Podía sentir el escozor de unas uñas desgarrando su piel, como la prolongación de unos brazos que deseasen atravesarle las entrañas para rescatar todos los secretos guarecidos tras la impenetrable fortaleza en la que se había transformado su corazón a lo largo de las abominables noches que lo escoltaron, para luego tirarlos a la basura o quemarlos en la hoguera más cercana. Y un poco más profundo escuchaba la alarma de seguridad que instaló para dejar de sufrir, el grito de peligro que quebrantaba los pilares del palacio en el que se había asentado su Pepito Grillo particular.
¡Duda!
I: ¿No podían ser los brazos de su propia conciencia, precisamente, rogando un intento de supervivencia por su parte: Una verdadera táctica para olvidar?
V: No, no podía ser, eran las cervezas que se había tomado.
miércoles, 12 de octubre de 2011
De paseo por gotan.
Faltaban cuatro días para luna llena cuando aquellos tipos decidieron iniciar su metamorfosis. Dio igual el color de las capas, la máscara o el antifaz, ser Batman o Robin; el objetivo había quedado muy claro: beber hasta que saliera el Sol y regresar haciendo eses a la batcueva. Un remedio para dos amigos que necesitaban desempolvar sus corazones carcomidos por las polillas en las que se había transformado la imposibilidad de sus ambiciones, por las mentiras que avivaron el rencor de unos chicos que se merecían el mundo entero. Una solución de vida o muerte.
Así que allí se reencontraron, dándole de merendar a una amistad que necesitaba crecer, ya que si uno caía el otro se tiraba al suelo por acompañarlo, y para hacer el mal, que siempre viene bien.
“Camarero ponga un vodka a Rafita Perestroika”
miércoles, 5 de octubre de 2011
Pisando fuerte.
Todos y cada uno de aquellos hombres tenían que tener algo muy presente, a pesar de la inmortalidad que destilaba el recuerdo de unas victorias y unas derrotas inundadas por la desesperación y la lluvia, de sus años dedicados al equipo, del sudor derramado estación tras estación, de sus lesiones, sus heridas y sus cicatrices en forma de laurel, de la mayúscula de algunos de sus placajes y de todas las carreras en el minuto definitivo que llevaban tras sus espaldas, de sus ensayos sin ensayar con tiempo, de sus últimos esfuerzos en la melé cuando solo se deseaba besar la hierva, del daño mitigado con el sabor de los golpes y de la adrenalina, de los pases y las recepciones imposibles, de las charlas que les habían formado como personas antes y después de cada partido nutriendo la espiritualidad de un juego sufrido y caballeresco, fomentando una manera de vivir inigualable. Pese a lo que vivieron por un deporte, que siempre fue algo más, debían apuntarse una cosa en la palma de la mano: aquel chico tenía muchas ganas de hacer algo con su vida, ese tipo quería jugar al Rugby.
Las miradas, las muecas y las sonrisas rebosantes de experiencia no iban a romper sus esperanzas.
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