Siente como tus garras lo van desinflando, como el néctar de su interior va atravesando sus membranas y clama retirada entre tus dedos. Aprieta los dientes y estrújalo con todas tus fuerzas. Advierte como son tus propias uñas las que van desgarrando poco a poco la palma de tu mano. Olfatea el aroma de la sangre atrapada en tu camisa y experimenta la sedosa sensación que libera el trayecto de una gota tras otra paseando sobre tu piel. Suda y sufre hasta que ya no quede nada más que polvo entre tus dedos, hasta que tu carga más pesada haya sido arrojada al vacío; Suda y sufre hasta que tus lágrimas dejen de brotar del mismo grifo del que manan tus recuerdos.

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