martes, 22 de mayo de 2012

¡Caracolguis!


Había días en los que me despertaba con la tristeza de aquella canción lamiéndome la oreja: la melodía del pesar de un punteo de guitarra, unas lágrimas en espiral en la entraña de una tuba, la distancia enredada entre las cuerdas del violín; o quizá fuesen mis suspiros, mis suspiros hablándome de ti.

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