Había días en los que me despertaba con la tristeza de
aquella canción lamiéndome la oreja: la melodía del pesar de un punteo de
guitarra, unas lágrimas en espiral en la entraña de una tuba, la distancia enredada
entre las cuerdas del violín; o quizá fuesen mis suspiros, mis suspiros hablándome de ti.

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