jueves, 29 de diciembre de 2011

Yo morí en Otoño


Yo morí en otoño cuando el invierno asoló
Las praderas de mis entrañas
Y el rencor tejió su tela de araña en flor,
Yo morí en otoño cuando fui uno en vez de dos.

Yo morí en otoño con la manta de cristal
Que congeló mi corazón,
Con su adiós como puñal, yo morí en otoño
Asesinado sin piedad por el amor.

Yo morí en otoño cuando cayó la última hoja
Y se marchó la única flor,
Con el frío entre los huesos y el sabor del resquemor,
Yo morí en otoño entre castaños y dolor.



"Yo haré un reino
donde el amor será rey,
donde el amor sera ley,
donde tú serás reina"             (Jacques Brel)

lunes, 26 de diciembre de 2011

Cenizas de Verano


Si hoy fuera la hora de confesar todas las cosas no lo haría con la frase de siempre. Reneguemos de la cursilería y escupámosla con toda nuestra fuerza ya que por lo visto, como bien se ha podido comprobar, no da fortuna, y dejémoslo todo en manos de un “atrévete de una maldita vez”. Atrévete a olvidar lo que hay que olvidar y recuerda que siempre hay alguien que merece la pena. Échale un par y seca todas esas lágrimas que empañan la hermosura de tus rasgos, tíralas al fuego junto a esos malditos sentimientos que nada tienen que ver conmigo y, entonces, en vez de conformarme con un podría ocurrir, volaría todo lo alto que se puede volar y arrancaría ese pedazo de cielo que te pertenece.

domingo, 25 de diciembre de 2011

"No serás viejo mientras tengas el Blues"

Su pie izquierdo fue el que comenzó con aquella danza del diablo, ¡oh, Dios sabe que aquel muchacho tenía talento!, poco a poco, acompañando el tambor de una percusión que iba marcando el compás de sus pensamientos y allanando el terreno a un punteo de guitarra que le mordió la espina dorsal. Así que cerró los ojos y sintió como cada uno de aquellos instrumentos invadía sus entrañas eliminando cualquier rastro de recuerdo, hasta los más salvajes que intentaban escapar por los pelos de punta de su piel, pero tenía un aprecio especial a las trompetas de aquel blues que le abrieron el portalón de un mundo en donde solo existía la música. Cuando se quiso dar cuenta, sus rodillas se habían sumado a la juerga y ya nadie le pudo parar.

Luego llegó el soul del maestro.