jueves, 12 de abril de 2012

En vitrinas de humo.


Solía calzarse lo peor de sus defectos para salir a la calle bailando claqué. Aunque descalzo no dejaba de ser un capullo, había ciertas habilidades que hacían de él un muchacho asombroso; La primera, que nunca olvidó la cara de una mujer, porque recordaba cada detalle de un rostro femenino por nimio que este pudiese parecer en el tiempo, así, cada una de las personas que fueron contempladas por sus ojos, con la condición del género, quedaron marcadas en su memoria hasta el día de su muerte; La segunda, que él siempre quiso cambiar.

Con los años le dio por coleccionar sonrisas.

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