sábado, 24 de septiembre de 2011

Las garras de la verdad



Sus propios límites y los de su imaginación estaban delineados por el agarrotado trazo de unas cadenas sujetas firmemente a la roca, como los grilletes que en realidad decían ser. Raíces que emergían de la tierra para someter cualquier libertad que en sus sueños pudiese parecer maravillosa, oprimiendo todos y cada uno de sus movimientos, desgarrando sus deseos con las espinas que adornaban las retorcidas ramas de la realidad. Sin tiempo para pellizcarse o imaginar que todo aquello era una maldita pesadilla, una de esas que te atrapan en sus contendientes laberintos, inundados de lo peor de uno mismo, y te obligan a sufrir por las decisiones tomadas, a sangrar por que hay que sangrar. Pero tranquilícense, él estaba muy despierto.

Su vida fue escrita por el destino en una noche de copas.

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